miércoles, 9 de diciembre de 2009




Amor de Madre


Por Jesús Antonio San Martín



La mayoría de los humanos no apreciamos el gran valor de una madre y su profundo amor hacia nosotros… hasta que la perdemos. Triste, muy triste, es reconocerlo. Cuando nuestra madre ya no está entre nosotros es cuando realmente nos damos cuenta de lo mucho que valía y de lo mucho más que nos amaba. Ella lo hacía todo para nosotros, lo sufría todo y se privaba de todo porque no nos faltara nada, sin esperar nada a cambio. Cuando ella se va, no se va sola: con ella se va definitivamente el mejor trozo de nuestra vida; con ella se muere nuestra niñez, ese tierno ayer que, mientras ella vivía, parecía no tener final jamás. Con su ausencia, se nos cuela por las gargantas el amargor de la nostalgia y la vida pierde su color rosado. El corazón nos golpea; nos acusa de lo ingratos que tantas veces –quizá porque no la comprendiéramos debidamente- fuimos con ella. Ya viejecita y sola, quizá pasando necesidades y rumiando en la penumbra sus penas y el recuerdo de sus felices años, ¡cómo nos pesan tantos días o tantas semanas o tantos meses sin haberle hecho una visita y, lo que es peor, sin siquiera haberla llamado por teléfono! “¡Hola, mamá! ¿Cómo estás? Te mando un beso”. Ni siquiera eso, una simple llamada interesándonos al menos por su salud, que es lo que haríamos con cualquier amigo. ¡Cuánto más por la madre que nos dio la vida! ¡Cómo nos pesa no haberla mandado aquel ramo de flores que alegraría el rincón preferido de su humilde vivienda, aquella tarjeta que contribuiría a levantar su ánimo, aquel regalo que tanta ilusión le haría, aquella ropa, aquellos zapatos y aquel dinero que nos pedía porque le hacía tanta falta..! No, realmente no sabemos apreciar la profundidad del amor de una madre hasta el día de su partida. En ese día se nos queda verdaderamente huérfano el corazón y notamos que empezamos a morir. En ese día nuestros latidos suenan con más fuerza a Amor de Madre.

(Columna de contraportada de los semanarios de Publicaciones del Sur y Prensa Latino Americana)

1 comentario:

  1. Que cierto es Jesús deberíamos preocuparnos más por nuestras madres, yo adoro a la mía, me gustaría pasar más tiempo con ella.

    Un beso, precioso post

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