domingo, 2 de mayo de 2010


A huevazo limpio


Por JESUS ANTONIO SAN MARTIN


El parlamento ucraniano más parecía esta semana el gallinero de la tía Ambrosia, al liarse los parlamentarios a huevazos unos contra otros. Allí todo era cuestión de huevos y, quien más tenía, más tiraba. Y menos mal que no había sartenes de por medio, que si no, hubieran sonado todas las cabezas a hueco, y no precisamente por culpa de las sartenes. Para protagonizar aquel espachurramiento tortillil, no se sabe de dónde pudieron los contendientes sacar tanto producto gallináceo en menos que canta un gallo o, más apropiadamente, una gallina, que es la que pone, mientras el parlamento propone y el gobierno dispone, a la vez que el fisco impone. Como no los tuvieran en los asientos…

Los de aquel parlancio huevero deben de estar ya preparados para estas kikiriqueras lides de corral, pues al instante sacaron paraguas antimisiles de los estrados, que ya echaban hasta humo. Es posible que tales artefactos antichorreantes los tengan allí por si hay goteras y así no se mojan sus señorías cuando llueve. En los parlamentos ucranianos todo es posible. Hasta es posible que las leyes las saquen a huevo, como debe de ocurrir en tantos países no tercermundistas.

Para tener la merienda completa, además de liarse a huevazos, los modélicos parlamentarios se repartieron tortas hasta en las partidas de nacimiento y se llamaron por los nombres de pila de una vecina que es pescadera en el mercado y que, en lugar de peces, debería despachar lengua con lejía.

Menos mal que estas trifulcas ovoides no se dan en el bendito y saleroso parlamento español, más que nada porque no hay gallinas que pongan huevos en los escaños, a pesar de los evidentes cacareos, aparte de que a ninguna de las señorías se le ocurre entrar con paraguas en el hemiciclo. ¿Para qué, si nadie tira huevos? Aquí todos los huevazos son verbales.
(Artículo de contraportada de los semanarios de Publicaciones del Sur)

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